La investigación del Dr. Goiz en el campo biofísico, energético, o electromagnético no ha cesado y los últimos años ha incursionado en áreas cada vez más sutiles del ser humano, visto como un complejo multidimensional, con distintos niveles energéticos asociados a diferentes niveles de conciencia, realidad que sólo comienza a atisbar la psicología transpersonal. En este ámbito el Dr. Goiz desarrolló una variante bioenergética del Biomagnetismo cuya explicación se podría encontrar en los avances de la física cuántica, la cual ha comprobado cómo la mente y la actitud mental del observador influye en los resultados de los experimentos de la física de ondas o partículas subatómicas. Esta variante bioenergética del Biomagnetismo permite tratar pacientes a distancia a través de un intermediario que puede ser un pariente con ADN o genética similar, o bien cualquier persona con un fuerte lazo afectivo con el paciente distante. En efecto, se le sugiere al intermediario que enfoque su atención en el paciente lejano. Luego se le realiza el test bioenergético de rastreo al intermediario, el cual acusará los pares desequilibrados del paciente distante. Al colocar los imanes con la adecuada polaridad en dichos pares al intermediario, finalmente el paciente a distancia experimentará los mismos resultados positivos como si le hubieran hecho el tratamiento en directo. Por asombroso que esto parezca, damos fe de que lo hemos visto funcionar eficientemente en múltiples casos. Existen otras terapias energéticas como el Reiki, el Magnified Healing, la sanación pránica, entre otras, cuyos cultores han comprobado también sus capacidades curativas a distancia. En todo caso donde más investigación científica y estadísticas ha habido es con respecto al poder de la oración para ayudar a las personas a sanarse. En rigurosas experiencias realizadas con grupos de contraste se han comprobado los mayores porcentajes de mejoría de aquellos pacientes por los cuales un grupo de personas oraban. Ciertamente todo esto tiene relación con la intención mental, entendiendo que las emociones y el pensamiento humano están constituidos por ondas y energías electromagnéticas muy sutiles que viajan a grandes velocidades por el espacio y pueden afectar a la materia y a los procesos bioquímicos.
Al respecto, es increíble comprobar que la gran mayoría de los profesionales de la salud no saben que ya existen modernas y extraordinarias tecnologías, equipos electrónicos de Biorresonancia como el QXCI-SCIO del ingeniero de la NASA William Nelson, que en combinación con softwares muy sofisticados, entre otras múltiples cualidades, consiguen detectar e interpretar las sutilísimas ondas electromagnéticas que transportan a las emociones y el pensamiento. Personalmente he comprobado que este dispositivo consigue además introducirse en el área subconsciente de un paciente y detectar fenómenos psicológicos tan complicados como, por ejemplo, un complejo de culpa. Este equipo además de detectar señales electromagnéticas que se corresponden con cientos de variables fisiológicas como niveles de vitaminas, minerales, hormonas, neurotransmisores, etc. Detecta además la presencia de virus, bacterias, hongos y parásitos, con la capacidad de hacer terapias vibracionales o electromagnéticas, que eliminan dichos microbios mediante el principio de resonancia física, y además corrige diversas disfunciones, sólo que en más sesiones y en más tiempo que como lo hace el Biomagnetismo, que sólo requiere de económicos imanes para obtener resultados más rápidos. Increíblemente profesionales que utilizan hace muchos años el QXCI, han comprobado además su capacidad de hacer terapias a distancia, con porcentajes de resultados muy superiores al azar y al efecto placebo. La desconocida tecnología de la Biorresonancia consigue poner en evidencia entonces el importante hecho científico que el ser humano además de ser un ente bioquímico, por medio de su ADN es primero un extraordinario emisor y receptor de ondas biofísicas, electromagnéticas, las cuales portan la información inteligente que determinan previamente cómo se van a estructurar todas las reacciones bioquímicas en las células y en el organismo. Dichas ondas pueden ser medidas obteniendo gran cantidad de información utilísima para sanar a los pacientes. Lamentablemente notables científicos, pioneros en el área biofísica de la salud han sido desautorizados, hostigados y cortados sus financiamientos, por el sistema donde predominan los intereses farmacéuticos en la supuesta investigación científica. Es así como realidades científicas tan importantes como que el pensamiento y las emociones son energías electromagnéticas que son medibles físicamente, no son enseñadas ni a neurólogos, ni psiquiatras, ni psicólogos en las universidades, lo cual ciertamente ha ido en desmedro de la efectividad de los tratamientos para sanar los variados conflictos emocionales de los pacientes. Entonces no es que no exista respaldo científico e incluso tecnológico para las terapias energéticas, biofísicas, vibracionales o electromagnéticas en general, categoría a la que pertenecen la gran mayoría de las terapias alternativas o complementarias, sino que la evidencia que existe es boicoteada y acallada por el sistema oficial. Cuando el ingeniero William Nelson, justificadamente solicitó en su país Estados Unidos, la autorización para patentar y comercializar su genial invención -el equipo de biorresonancia QXCI-SCIO- la FDA le negó esta posibilidad y tuvo que emigrar a Hungría, país donde después de grandes dificultades, pudo conseguir los permisos necesarios.
De todo lo anterior emerge otra situación de gran importancia para la sanación de todo tipo de dolencias, cual es el aporte que debe hacer el enfermo con una adecuada y positiva actitud mental, para ayudar a concretar su proceso curativo. A este decisivo factor -el que no contemos con la colaboración mental del paciente- que puede hacer fracasar hasta las mejores terapias y tratamientos, no se le ha dado la suficiente relevancia, no se ha educado adecuadamente a los pacientes que en su mayoría traspasan cómodamente la responsabilidad de su mejoría a los profesionales de la salud.
A este último factor por cierto tampoco escapa el Biomagnetismo, así como tampoco le es fácil sortear las limitaciones que radican en todas esas enfermedades en que se ha producido un daño estructural irreversible, y en que las posibilidades de regeneración estén disminuidas por la edad, por cirugías o por acumulación de efectos secundarios de medicamentos durante mucho tiempo. Estas dos últimas dificultades existen por cierto para la medicina oficial y para todo sistema terapéutico. Pero aún considerando estas limitantes, los avances que experimentan en notables porcentajes, los pacientes de enfermedades crónicas tratados con Biomagnetismo y que vienen de vuelta de muchos otros tratamientos, amerita que se siga utilizando e investigando este extraordinario sistema terapéutico cuyas proyecciones a futuro son insospechadas. Por cierto que el Biomagnetismo del Dr. Isaac Goiz va a requerir de muchos más estudios estadísticos para ir logrando la aceptación de la gran comunidad científica, sin embargo lo que esta técnica ha mostrado hasta el presente, representa un gran llamado de atención a la medicina oficial, para que intensifique más la investigación científica en el área biofísica de la salud humana , dejando de concentrarse sólo en el área bioquímica y farmacéutica, la cual después de mucho tiempo no muestra soluciones eficientes para un gran número de enfermedades complicadas. A esto se agrega el grave hecho de que cada vez más el médico, exigido por el sistema a especializarse y a aumentar el número de sus atenciones, puede dedicarle menos tiempo de escuchar a sus pacientes, los cuales para sanarse necesitarían de una atención más integral que contemple sus áreas, físicas, emocional, mental e incluso espiritual. Si los médicos aprenden a dimensionar a futuro la eficacia del Biomagnetismo en especial y de las terapias energéticas complementarias en general, tendrán el interés de aprenderlas o bien derivar los pacientes que no obtengan resultados con los tratamientos convencionales hacia terapeutas calificados, con los cuales pueden formar equipos más eficientes en resultados. Los pacientes así tratados tendrán una doble ventaja, en la que aprovecharán al máximo la confianza y credibilidad mayor que les otorga su médico por sobre el terapeuta. Este último gana confiabilidad de parte del enfermo cuando es recomendado por el médico. Como ya vimos esta actitud mental positiva de fe y confianza en su tratamiento, puede ayudarle poderosamente al paciente en sus probabilidades de sanación. Por todo lo expuesto valoramos sobremanera el encomiable esfuerzo desarrollado durante años en Chile, por el equipo de profesionales del Centro de Estudios para la de Calidad de Vida, pioneros en el sentido de acercar las terapias energéticas e integrativas, al quehacer de los profesionales académicos de la salud. Nos aproximamos así a una visión ideal de una futura medicina más humanizada que contemplando equipos de médicos, enfermeras, matronas, psicólogos, etc., junto a terapeutas holísticos, consigan mucho mejores resultados en beneficio de muchos pacientes que han esperado largamente.
Texto aportado por Don Sergio Cordova Director Centro Ohani
— Centro de Sanación Dones
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